«Meditar» viene del latín «meditatum» que significa «para reflexionar». Este ejercicio introspectivo es muy difícil ubicarlo en un momento específico de la historia de la humanidad pero ya en China alrededor del 500 y 600 A.C , los taoístas y budistas comenzaron a desarrollar prácticas de meditación.

Gracias a la ruta de la seda, se introdujo la meditación a otros países orientales y en el año 653 se abrió la primera sala de meditación en Japón. En cuanto a la meditación cristiana, esta fue desarrollada por San Ignacio de Loyola y Teresa de Avila en el sigo XVI. Un largo camino histórico ha vivido la meditación hasta convertirse en una herramienta fundamental para el desarrollo y bienestar interior.

En el libro «Las condiciones del éxito» de Paramahansa Yoga se señala que con la meditación…

descubrirás que misteriosas fuerzas vienen en tu ayuda, y que tus deseos constructivos se materializan prontamente. Semejante confianza, así como también una conciencia de abundancia, se pueden desarrollar a través de la meditación. A través del poder de la concentración y de la meditación, es posible encauzar el inagotable potencial de nuestra mente en tal forma que nos conduzca hacia la materialización de nuestros deseos. Todos los hombres pueden llegar a alcanzar la armonía perfecta con la voluntad de Dios, por medio de la práctica de la meditación (…) es posible encauzar el inagotable potencial de nuestra mente en tal forma que nos conduzca hacia la materialización de nuestros deseos, protegiendo a la vez todas las puertas contra la entrada del fracaso…

La meditación es un ejercicio personal que no tiene que ver con «colocar la mente en blanco» (algo que puede causar mucho estrés para los que se inician en este proceso) sino que con tener la capacidad de dejar que la mente entre en otro estado, muy distinto al que es habitual cuando nos enfrentamos al día a día. En el fondo, es que la mente pase de betha a alpha, un estado de conexión interna que otorga muchos beneficios.

¿Cómo cuáles?

Por ejemplo, expande tus centros energéticos, facilita el desarrollo de tu intuición, retarda el proceso de envejecimiento, te hace vivir el aquí y el ahora, baja la presión arterial, reduce los niveles de cortisol por lo que disminuye el estrés, alivia los desordenes sicosomáticos y despeja el pensamiento de ideas autodestructivas. Esto entre muchas otras cosas.

Ahora, lo más importante ¿cómo meditar?

Para comenzar con este ejercicio es necesario tener en cuenta el lugar (debes elegir uno que se transformará en TU espacio de meditación), reinar el silencio, NUNCA hacerlo acostado sino que en una posición cómoda en donde la espalda esté recta, elegir un momento del día (aunque se recomienda hacerlo tanto de día como en la tarde) y la duración de este ejercicio, que para comenzar se recomiendan cinco minutos y luego, idealmente, hacerlo durante 20 minutos.

Meditar es ir, lentamente, desapegándose de los pensamientos, dejando que pasen por nuestra mente pero no quedarse. Es el momento en que la mente y tu espíritu están unidos y eso es un momento invaluable.